La memoria mutilada: ROCIO, de Fernando Ruiz Vergara (1980)
Fernando Ruiz Vergara desmonta, en el censurado documental “Rocío”, las bases económicas, de clase y de poder que subyacen en la devoción rociera, alienando a toda una comarca.Documento histórico, recuperado por la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia, que expone breve pero concisamente la penetración y evolución del catolicismo en España, la razón y lógica de la fe mariana, así como la aparición de las imágenes de vírgenes a lo largo y ancho del país para centrarse en la Virgen del Rocío.
Quizás no sean muchos los lectores que recuerden el escándalo que levantó a comienzos de los años ochenta del siglo pasado la película Rocío. Un documental realizado por Fernando Ruiz Vergara que tiene el triste honor de figurar entre las obras censuradas por orden judicial. Su proyección en los cines se vio interrumpida por la denuncia que una familia de Almonte (Huelva), municipio donde se celebra la romería que da nombre al filme, interpuso contra el director, la guionista y la persona que describía cómo y quienes ejercieron la represión golpista en 1936.
El resultado fue la condena del realizador, su salida del país y la mutilación de la película en más de un minuto. Corte que si bien en un principio era sustituido por un cartelón en el que, con fondo negro se indicaba la supresión de las imágenes, a medida que pasó el tiempo fue también eliminado. De esta forma, la censura alcanzaba, como las tropas del general Franco, sus últimos objetivos: no dejar constancia siquiera de su existencia.
Ahora, con el resurgir de lo que se denomina la “recuperación de la memoria histórica”, no sólo se exhuman fosas, a pesar del evidente desagrado de la administración, sea socialista o popular, o se tratan cuestiones, como la existencia del trabajo esclavo en la España franquista, tal como en la Alemania nazi. También reaparecen vestigios de esa memoria olvidada de la Transición. Es el caso de Rocío. Una película que vio rota su exitosa trayectoria de público y que es símbolo tanto de lo que en esos años se llamaba el “nuevo cine andaluz” como de los límites de la monarquía parlamentaria que ha sucedido de la dictadura.
Tras el escándalo, el secuestro, el juicio y la condena el filme desapareció de la cartelera y sólo en contadas ocasiones ha sido visto en alguna emisión televisiva o en circuitos especializados. Como hace unas semanas ha ocurri do en unas Jornadas celebradas, precisamente en Huelva, por la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia. Proyección que no tuvo lugar sin que los organizadores tuvieran que soportar todo tipo de presiones de sectores integristas que veían en ella un ataque al culto y veneración de la imagen de la virgen del Rocío.
Rocío es una obra en la que se aprecian las formas y el contexto del momento en el que se rodó.
Como tampoco se puede olvidar que su condena se produjo bajo la influencia del golpe militar de febrero de 1981. Junto a las explicaciones antropológicas de un joven Isidoro Moreno, hoy cátedro universitario de la disciplina, aparece la impagable intervención de quien fue alcalde de Sevilla y también cátedro universitario Antonio Hernández Díaz dando toda una lección de cómo se mutilaban las imágenes a conveniencia de las necesidades devocionales. Además es una película histórica. En el sentido de que explica de forma clara y concisa no sólo el origen del culto sino también la evolución de la romería que tanto auge ha tenido durante estas últimas décadas.
Pero sobre todo es una obra que plantea una serie de interrogantes. Un par de ellos. Uno, el destino de los enormes flujos monetarios que mueve y su incidencia en la vida de los habitantes de Almonte. Otro, su utilización para afianzar el sistema clasista capitalista.
En cualquier caso es una película que todavía hoy emociona y sorprende. No deja indiferente. Ni siquiera en el lamentable estado en que se proyectó. De un lado es un ejemplo heroico de las dificultades en las que se movieron los movimientos de recuperación de la memoria de esos años.
De otro, sobre todo, es una muestra de la necesidad de empezar a “recuperar” la memoria de la Transición española. Hoy todavía es posible, dentro de unas décadas pasarán a engrosar la lista de las banderas a levantar para poner en su sitio las explicaciones oficiales que otorgan un papel cardinal a las actitudes visionarias de unos dirigentes políticos en pizarras escolares francesas o a la heroicidad de un rey. No hay que olvidar que cinco lustros más tarde la proyección de Rocío se realizó con la copia censurada y la presencia vigilante de abogados.
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