Perú: Las industrias extractivas y su Discover channel
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Por José De Echave
“¿A quién hay que aceitar?” Terrible frase que se escucha en una de las grabaciones en las que el ex ministro aprista, Rómulo León, le plantea la interrogante al vicepresidente de Perú-Petro, Alberto Quimper. El reciente escándalo que compromete a funcionarios del más alto nivel de empresas públicas del sector hidrocarburos, miembros del partido de gobierno y a una empresa petrolera, ha puesto nuevamente sobre la mesa la manera como operan algunos en el mundo de los negocios y las inversiones.
Este no es el primero y tampoco será el último caso: en los últimos años escándalos de corrupción han estallado en diferentes países en el mundo y en muchos de esos casos empresas mineras y petroleras han estado envueltas. En el Perú hasta ahora se recuerda un video de Vladimiro Montesinos pidiendo que se favorezca en un juicio a una empresa minera. De toda esta realidad han nacido iniciativas como la que busca promover una absoluta transparencia financiera (EITI por sus siglas en inglés) en las industrias extractivas.
¿Por qué tanto énfasis en las industrias extractivas? En primer lugar porque han estado en una fase expansiva y en una carrera sin precedentes. Lo que ha pasado en la última década en el sector minero no tiene antecedentes en los últimos 50 o 60 años. La minería creció en todo el mundo en regiones como Asia, África y por supuesto América Latina. Lo mismo viene ocurriendo con el sector de hidrocarburos.
En segundo lugar porque estas empresas usualmente actúan en países con sistemas de gobernabilidad y mecanismos de regulación extremadamente frágiles y en donde la institucionalidad democrática es incipiente. Los procesos de reformas estructurales que se aplicaron en la década del 90, terminaron por debilitar las posibilidades de control y regulación, en materia social y ambiental, por ejemplo, en las zonas de influencia de estas actividades.
Pero además, el proceso de concentración de la propiedad de industrias como la minería y los hidrocarburos, ha generado que enormes consorcios de talla mundial, con un gran poder económico, terminen negociando con Estados débiles, carentes de capacidades e institucionalidad adecuada.
Estas situaciones se pueden presentar con casos de corrupción abierta y descarada -como el reciente de la empresa noruega Discover-, pero también con casos muchos más sutiles.
Estos casos sutiles, lamentablemente aceptados hoy en día por los usos y costumbres en el mundo de los negocios y la política implican, por ejemplo, la cercanía permanente de funcionarios de las empresas privadas con los políticos de mayor influencia, la usual contratación en esas empresas de militantes de los partidos de gobierno, que jugarán un rol de bisagra entre el mundo de los negocios y el poder político, lo que implica toma de decisiones y pago de favores.
¿Esto se ve hoy en día en el Perú? Más de lo que se piensa y conoce. No estaría demás revisar los cuadros directivos y algunos operativos de un importante número de empresas mineras y de hidrocarburos para no sorprendernos cuando a uno le llega la información que tal o cual miembro del partido de gobierno está trabajando en una empresa importante y no siempre por méritos propios.
Más aun, hay empresas que traen consigo este tipo de cultura empresarial. Si bien las empresas occidentales no escapan a estas prácticas, como lo demuestra el caso de Discover, no se debe perder de vista el caso especial de por ejemplo las empresas chinas, país donde el poder político tiene una fuerte presencia directa en muchas de las empresas que vienen invirtiendo cada vez más en el Perú. Por lo tanto, no está demás ver lo que está pasando hoy en día con empresas como Zijing (proyecto Río Blanco) o Chinalco (proyecto Toromocho) y algunas inversiones chinas en el sector de hidrocarburos y sus prácticas de relaciones con el poder político.
Los gremios empresariales deberían zanjar con las prácticas de corrupción de sus miembros, tanto las abiertas como las más sutiles. La empresa Discover, como si fuese lo más normal, ha admitido que ha pagado por los favores al aprista Rómulo León y al vicepresidente de Perú-Petro, Alberto Quimper. A este último, nada menos que como abogado en materia tributaria y que al mismo tiempo tenía que darle la calificación, una suerte de visto bueno que dejaba a la empresa lista para obtener los lotes que buscaba. ¿Dónde quedan los códigos de conducta y los discursos de responsabilidad empresarial?
Frente a esta situación, el país necesita un verdadero shock de transparencia. Transparencia en los temas financieros, pero también en los contratos que se firman; en las concesiones mineras y de hidrocarburos que se entregan sin ningún tipo de control en todo el territorio nacional. Transparencia y acceso a la información para las autoridades locales, las comunidades y para la sociedad civil en general.
El destape de Discover muestra que la situación es más compleja de lo que usualmente se quiere ver y cada vez es más urgente que sea abordada de la manera más seria posible. Para lograr cambios sustantivos se necesitará una verdadera voluntad política de implementarlos. Voluntad política que no existe en el gobierno actual y que en la actualidad dependerá en gran medida de lo que puedan hacer sectores de la sociedad civil, que están realmente comprometidos con la tarea de generar cambios orientados a lograr una verdadera gobernabilidad democrática en el país.
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