¿Democracia en Honduras?

Las banderas de los intereses de los oprimidos de Honduras no se están alzando en las conversaciones de San José de Costa Rica, deben levantarse con voz propia para derribar el sistema capitalista
Francisco García Cediel - Militante IC | 14-7-2009 |
www.kaosenlared.net/noticia/democracia-en-honduras
“Es mucha la podredumbre para arrojar al fondo del mar en el camino de la reconstrucción de América Latina. Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos si, en sus manos, la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social: para que América Latina pueda nacer de nuevo, habrá que empezar por derribar a sus dueños, país por país.”

Eduardo Galeano: Las venas abiertas de América Latina.

Los sucesos recientemente acaecidos en la pequeña república de Honduras, cuyo acontecimiento más destacado es la sustitución “manu militari” del presidente Manuel Zelaya por un miembro de su propio partido; Micheletti, y el movimiento de solidaridad generada ante el enésimo golpe de estado consumado en tierras latinoamericanas, nos obligan a realizar unas apresuradas reflexiones.

La historia y la realidad de Honduras encajan a la perfección dentro del término “república bananera”, con el que se denominaba históricamente a estructuras estatales fuertemente dependientes de los Estados Unidos y sostenidas por una burguesía raquítica, dependiente y clientelar.

Honduras se dedica virtualmente al cultivo del banano y del café, que exporta masivamente a Estados Unidos, siendo la potencia colonialista la que provee de un modo prácticamente exclusivo a ese país de productos manufacturados. El mapa ferroviario del país ilustra sobre su realidad, consistiendo en líneas que van desde las plantaciones de bananas hasta los puertos. Consecuentemente con esta radiografía, el pueblo hondureño arroja en torno a un 50% de población subalimentada (datos de la OMS), y tasas altísimas de pobreza y analfabetismo, cumpliendo el papel de mano de obra barata para que los productos agrícolas lleguen a la metrópoli a un precio ínfimo. Frente a esta realidad, la única salida para el pueblo ha sido una emigración masiva a Estados Unidos, de tal modo que son las remesas de los magros ingresos de los emigrantes una de las principales fuentes de entrada de divisas del país.

La historia de Honduras es la de una sucesión de golpes de estado detrás de los cuales ha estado siempre la United Fruit Company, virtual dueña de este y otros paises centroamericanos, con la complicidad de hacendados explotadores autóctonos y de parásitos que viven de la dependencia económica del país.

Para ilustrar sobre el carácter de la burguesía hondureña, citar una anécdota: cuando el gobierno hondureño decidió erigir una estatua de su prócer Francisco de Morazán, creador de la República Federal de Centroamérica y, por ello, fusilado en el siglo XIX, la delegación que viaja a París para contratar a un escultor por encargo del Gobierno se gastó el dinero en juergas y terminaron comprando una estatua del Mariscal Ney en el mercado de las pulgas, por lo que todos los domingos en Tegucigalpa una banda de música toca frente a la estatua de un auxiliar de Napoleón.

Zelaya y Micheletti son dos representantes de tan edificante clase dominante, y en concreto dirigentes del Partido Liberal, defensor de las tesis de Adam Smith. Tras el golpe por tanto subyacen las contradicciones entre dos sectores de la raquítica burguesía hondureña, y la decisión de Zelaya de encuadrar al país en el ALBA, alianza económica alternativa a la encabezada por Estados Unidos, es el desencadenante de los acontecimientos.

El detonante ha sido una consulta no vinculante sobre una eventual reforma constitucional auspiciada por Zelaya y que, por otro lado, no parece contemplar modificaciones estructurales de calado en la estructura económica interna de la república, ni mejoras cualitativas en las condiciones de vida y de participación en el proceso productivo de los sectores trabajadores. El rechazo del parlamento hondureño de tal iniciativa y la decisión del Presidente de persistir en ella han propiciado el golpe. Se trata, salvando las distancias, de un proceso similar al rechazo del parlamento del estado español a la propuesta de consulta soberanista del Lehendakari vasco Ibarretxe, con al diferencia de que éste desistió de seguir adelante, para evitar ser encarcelado.

Por consiguiente, hemos por supuesto de denunciar el golpe de estado acaecido en ese desgraciado país poniendo de manifiesto el carácter instrumental de la democracia burguesa como un mero legitimador de la dominación capitalista e imperialista, pero consignas tales como “defensa de la democracia”, sin mas apellidos, tan solo conducen a la confusión y al desarme ideológico de la izquierda real, cayendo de paso en brazos de las posiciones de la administración Obama (ese “progresista” que acaba de ordenar una ofensiva general en Afganistán), que, en boca de su Secretaria de Estado Hillary Clinton, aboga por unas solución “dialogada” (entre los sectores dominantes en conflicto).

En este sentido, y como expone Andrés Bianche (“Salvemos el capitalismo, que vuelva Zelaya”. poderpopular.org), comparar al terrateniente Manuel Zelaya con Allende, o, añado yo, con el peruano Velasco Alvarado, es una ridiculez sin precedentes.

A partir de la experiencia histórica, que nos muestra como el poder responde a los intentos de trasformación de la estructura productiva, debemos obrar en consecuencia, no será mediante la “democracia” y el “dialogo” propugnados por el tandem Obama-Clinton como se alcanzarán cambios estructurales que afecten a la situación de las clases trabajadoras y el pueblo. Las banderas de los intereses de los oprimidos de Honduras no se están alzando en las conversaciones de San José de Costa Rica, deben levantarse con voz propia tanto en ese país como en otros, para derribar el sistema capitalista e imperialista y construir una democracia real.