Haití

La calamidad en blanco y negro


Allan McDonald / Rebelión
A la isla llegó el olvido antes que la muerte, pero claro, la muerte fue puntual y con su puño de Dios en nombre de la naturaleza arrasó los escombros de miseria y no quedó piedra sobre piedra de lo que fue Haití, el primer país libre del hemisferio y el que abolió la esclavitud además de ser la base desde donde nuestros próceres se protegieron y luego lucharon contra la élite de los illuminatis comandados por ingleses, portugueses, franceses y españoles.
Hoy es el pueblo más empobrecido del hemisferio, un pueblo clavado en el centro del mar, envuelto en las olas inmisericordes de la angustia y el dolor de la espantosa miseria, un pueblo sin petróleo y por supuesto sin los ojos de Estados Unidos que huele el subsuelo para agenciarse de lo que Haití produzca:
Pero Haití lo único que produce es una lástima que corre el sentimiento de culpa, cuando vemos por los pantallas espectaculares de CNN, y su afán de sangre de última hora.
Desde el regreso a la supuesta democracia a Haití, desde que las armas se hundieron en lodo americano de la represión y abarcaron la vida de refugiados permanentes en las calles de Puerto Príncipe, Haití es un país vagabundo, anda de esquina en esquina buscando un pedazo de pan y democracia, en medio de los perros de caza de unas fuerzas paramilitares de derecha que siguen armadas. Una economía paralizada por los milicos que hace temblar aun más las pocas inversiones locales, dejando así un paisaje desolador de desempleo, y una crisis cruel de altos precios en la economía familiar.
Un Estado corrupto y podrido, los conflictos dentro de los pasillos dorados del gobierno de Estados Unidos en cuanto a los asuntos haitianos detienen la asistencia prometida. Y se constata un aparente desinterés de muchos donantes internacionales en dar prioridad a los gritos de los haitianos.
Desde el fin de los gorilas monarcas de los Duvalier *en 1986 se fueron agudizando mas los problemas que trajo la democracia mercantil importada de Occidente, más los poderes locales en Haití; una pandilla de forajidos compuesta por grandes terratenientes, funcionarios gubernamentales y el aparato de seguridad que los protege (soldados, han utilizado las armas y el control del sistema estatal para apoderarse de las tierras de los campesinos). Durante los 30 años de la dictadura de los Duvalier, a medida que se iba concentrando la tenencia de las tierras en manos de unos pocos, se iba incrementando el número de campesinos expulsados de sus propias tierras, forzados a endeudarse y a trabajar la tierra de otros o a incrementar las filas de los que en Puerto Príncipe buscan un trabajo por 1 dólar al día en alguna maquiladora multinacional.
La crisis ambiental que sufre Haití aumenta la presión por la tierra. Solamente entre el 1 3% de las tierras de Haití gozan de cobertura forestal. La erosión del suelo reduce cada vez más la producción de alimentos para una población en rápido crecimiento. A principios del siglo XIX uno de los primeros actos de Toussaint Louverture, en la recientemente independizada Haití, fue nacionalizar toda la tierra productiva del país. Después de su arresto y extradición a Francia, Jean Jacques Dessalines ordenó un programa minucioso de redistribución de la tierra. Dos de los más famosos líderes campesinos, Goman y Accau, organizaron movimientos campesinos exigiendo una reforma agraria. El movimiento de los Cacos, de 1915 a 1919, estaba compuesto por campesinos desposeídos, muchos de los cuales habían sido despojados de sus tierras por los marines de Estados Unidos.
Después de la expulsión de Jean Claude Duvalier en 1986, una de las principales reivindicaciones del movimiento popular democrático fue la recuperación de las tierras expropiadas y la reforma del sistema de tenencia de la tierra.
El movimiento por la reforma agraria en Haití ha sido sistemática y violentamente aplastado. Uno de los más violentos ejemplos luego de la partida de Duvalier se dio en Jean Rabel en julio de 1987: un grupo de tonton macoutes respaldado por terratenientes locales masacró a 300 personas, miembros de una asociación campesina que pedía la devolución de las tierras que les habían sido robadas.
Un pasado bañado en sangre y olvido, dolor y hambre, ha tenido esta isla, lo que vino hacer la naturaleza endiabla y sin piedad fue a desnudar nuestras miserias de seres humanos, que hemos vivido hartándonos banquetes burgueses y poniéndonos nostálgicos frente al Internet, como si la pobreza solo existiera en el Google, esa es nuestra miseria, y más grande la miseria moral de Estados Unidos que sólo se refugia en los brazos del oro robado de las arcas del petróleo.
Hoy Haití es un ala tirada al mar, rota y abandonada, mientras llegan los marines a terminar con los últimos escombros que quedan.
*datos duros tomados de la revista envío Número 160 | Junio 1995