Premio Nobel de la Paz a Obama

Obama: apariencia y realidad


Enrico Piovesana / Peace Reporter

La imagen pacifista de Obama, fruto de su oratoria arrolladora y de una eficacísima campaña de marketing político-mediático no encaja con la realidad de los hechos. (Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti)




El Premio Nobel de la Paz a Obama causa perplejidad. El presidente del “cambio” ha mantenido al mismo “ministro de la Guerra” de Bush (Robert Gates), y junto con él, todos los compromisos militares que tenían los EEUU en los distintos frentes de la Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT), que Obama ha rebautizado y maquillado bajo el nombre “Operaciones de emergencia ultramarinas” (OCO).
Irak. La retirada de  EEUU de Irak (que se completará antes de finales de 2011) no se debe a ideales pacifistas, sino a la decisión estratégica de liberar recursos militares de una guerra que Obama definó como la “guerra equivocada” para emplearlos en el frente de la “guerra justa”, la de Afganistán.
Afganistán. Pese a haber declarado que se emprendería una “nueva estrategia”, de hecho Obama lleva a cabo una intensificación del conflicto, duplicando el número de tropas EEUU en el frente (de 32.000 a 68.000 en un año, aunque se prevé llegar a 100.000), y prosiguen los bombardeos aéreos que día tras día provocan masacres de civiles afganos.
Pakistán. La realidad es que Obama ha extendido la intervención militar de EEUU en Afganistán a Pakistán, intensificando notablemente los ataques con cohetes lanzados por drones de la CIA en las zonas tribales (unas 70 incursiones de drones desde su nombramiento con decenas y decenas de civiles muertos) y forzando al gobierno de Islamabad a acometer ofensivas militares masivas en los bastiones talibanes del valle de Swat (ofensiva que ha causado una catástrofe humanitaria de millones de personas sin hogar). Dentro de poco se prevé otra en Waziristán.
Somalia. Con Obama han continuado los ataques militares estadounidenses en territorio somalí para eliminar a exponentes de Al Qaeda y del grupo local Al Shabab: ataques con misiles o incursiones de escuadrones de tropas especiales aerotransportadas (como la del pasado 14 de septiembre).
Filipinas. Las fuerzas especiales estadounidenses siguen combatiendo con las tropas filipinas empleadas en operaciones militares contra grupos armados integristas islámicos que se consideran vinculados a Al Qaeda (Abu Sayaf y Jemaah Islamiyah), que operan en las islas más meridionales del archipiélago filipino.
Otros conflictos. Consejeros e instructores militares de EEUU siguen operando en muchos otros frentes de guerra: en el sur de Tailandia (contra los separatistas islámicos de Pattani, también acusados de vínculos con Al Qaeda), en Georgia (contra los separatistas osetas y abjasios respaldados por Rusia), en Colombia (contra los guerrilleros de las FARC), en Níger, Malí, Túnez (contra las células locales de Al Qaeda en el Magreb islámico) y en Yemen (contra las milicias de Al Qaeda en la península arábiga del jeque Nasir al Wahayshi).
Diplomacia. Tampoco es que todas las iniciativas diplomáticas de Obama hayan guardado miramientos. Basta con pensar en la obstrucción de una investigación independiente sobre crímenes de guerra que cometió Israel en Gaza durante la operación “Plomo fundido”, o en la patraña provocadora de la “nueva” central nuclear iraní en Com (que en realidad EEUU conocía desde 2006), o en el “abandono” del escudo de misiles de Bush (en realidad rediseñado según criterios más modernos), o en la renovación del anacrónico embargo económico a Cuba.
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