De la actualidad de Cuba
Sobre la vivienda y los vagos habituales
Carlos Ignacio Pino | Para Kaos en la Red | 13-1-2009
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La vivienda
Lo primero es una buena noticia que empieza por la aceptación del Gobierno que no puede resolver el problema habitacional del país –el cual es el mayor problema social de Cuba– y que le permitirá a los ciudadanos construir sus casas con su propio esfuerzo. Hasta ahí todo bien, o mejor, pues van a entregar materiales. Y digo que es bueno, pues tengo en cuenta que esto era algo que desde hace años, 20 ó 30, era necesario, pero el gobierno no lo quería autorizar. Este es un tema del que conozco algo, puesto que trabajé algún tiempo en el Arquitecto de la Comunidad y conocí personas que desde el gobierno intentaban que eso fuera una realidad, las brigadas de autoconstrucción, lo cual nunca fue autorizado antes de ahora y a veces el tema llegó a ser tabú.

No hay que ser muy previsor para saber que esto de permitir la construcción por esfuerzo propio dará algunos buenos frutos y también muchos otros malos. Porque si uno es un trabajador que realiza cualquier trabajo que no sea de la construcción será muy previsible que las casas no logren paredes rectas, ni ángulos cuadrados(1). La especialización del trabajo en las sociedades modernas hace que la idea de la autoconstrucción sea un poco utópica. Por tanto, en breve, habrá (nuevas) brigadas de construcción financiadas por alguien que tiene dinero –ya sea lícitamente o ilícitamente– que convertirán esto en un negocio de corte capitalista, con obreros asalariados y explotados por un “vivo”.

Mi pregunta al gobierno sería más o menos así ¿Acaso esto no sucedió antes? ¿Por qué entonces no intentan algo nuevo? Como alentar las cooperativas de construcción, con créditos del estado y que sea la comunidad la que dé o revoque su licencia en dependencia de su utilidad social ¿Por qué no nos curamos en salud?

Cuando esos “vivos” se instalen en la maquinaria constructiva del país, sinceramente espero que la actitud del gobierno no sea la de siempre: la de botar al niño con la placenta. La de meter preso a estos “vivos” que se aprovecharon de la ingenuidad del gobierno. Para luego publicar algún artículo sobre los vicios que se generaron y luego detener –sin decirlo– la venta de materiales a la población, para de nuevo caer en las manos del más ineficiente de todos los ministerios de este país, que es el de la Construcción (2).

Este un ciclo que se ha recorrido innumerables veces, es probable que suceda de nuevo.

Pues en este mundo en que vivimos está más que demostrado que las formas capitalistas de producción son las que más espontáneamente nacen. Pero en este mundo, en este tiempo y con esta sociedad es con la que hay que construir el socialismo. No hay otra y no se creará otra, si no la arropamos. Cualquier otra idea con la que se intente evitar el verdadero camino, como la de que falta conciencia, es una falacia, la mayor de las mentiras, con la que los inmovilistas se perfuman de víctimas –y se limpian el pecho, diríamos en la calle cubana– para no establecer los verdaderos caminos del socialismo.

Los holgazanes
La segunda noticia trata sobre lo que en la jerga policial se nombra como vagos habituales, y en la que veo un peligro ideológico enorme –no exagero–, se puede leer en el Granma de ayer (12 de enero 2009), en la página 3 y lleva por título “El holgazán: un peligro ideológico” y lo firma Pastor Batista Valdés. El artículo –que se inserta en la campaña del Gobierno en contra de esta actitud–tiene algunas partes interesantes, porque también acepta, al fin, que existen muchas personas –individuos se les llama desde el oficialismo para dejar en claro que no pertenecen al pueblo– y que viven muy bien sin trabajar, y que esto crea molestias en los trabajadores. Lo cual es una verdad a medias, porque es verdad que si molesta, pero sobre todo molesta porque con el trabajo no se puede uno ganar la vida, y con el “invento” sí. Lo que quieren los trabajadores, más que erradicar a estos “inventores”, es que se pueda uno ganar la vida decentemente con su trabajo. Y si esto fuera posible, lo “inventores” serían muchísimos menos.

Por tanto este señor, me niego a pensar en él como camarada o compañero, toma prestado una frase de Marx para reafirmar su idea de que este tipo de actitud es un peligro ideológico. Porque la gente piensa como vive, transcribe él. Pero olvida que el marxismo también plantea que no se pueden quitar los efectos sin quitar las causas; tampoco menciona que las necesidades son siempre crecientes, y con el salario actual se puede subsistir, no crecer. En fin, de Marx lo que me convenga, que parece que es la última moda del periodismo cubano. Lo mismo cuando usa el dato que entre los jóvenes trabajar es la quinta opción, si acaso, de cómo vivir –¿cuáles serán las otras cuatro?–, y plantea que esta actitud es una enfermedad social ¿Provocada por cual virus? ¿Quién es el responsable de esto si no el mismo Gobierno, que implantó una economía irreal?

Entonces vale preguntarse ¿es con represión que se arregla una sociedad? Y sobre todo ¿Por qué los jóvenes no quieren trabajar (para el Estado)? ¿?

¿No será porqué los salarios son bajos? No, es porque los salarios son irrisorios, y sobre todo, y aunque ellos, los jóvenes, no lo sepan, porque son salarios. Y en el socialismo la economía no puede ser de asalariados –algo con lo cual el propio Fidel planteaba estar de acuerdo en el documental “Fidel” realizado por Saul Landau en 1968, aunque la realidad haya dado luz a otra verdad. Deberíamos tener en cuenta que para ser asalariados hay otros lugares en el mundo donde somos mejor pagados, gracias a la educación recibida en este país (la formal y la no formal).

Ya sé que no puede el Estado cubano competir con los salarios del primer mundo, pero sí puede dar opciones de hacer por su vida, por su sociedad y por su país que en ningún otro lado se pueden ofrecer. Y si lo hacemos bien, por mucho dinero que ofrezcan, la juventud preferirá quedarse y trabajar. Pero no se puede jugar al capitalismo de periferia con mano de obra barata y esperar que nos salga mejor que a ellos.

Y es un peligro ideológico aún mayor, intentar que la gente trabaje obligado. Una, porque tiene un tufo esclavista que molesta, más si se tiene en cuenta que en este país el Gobierno controla el 99,9% de los puestos de trabajo. Dos, porque eso no hará que los jóvenes trabajen; cuando más lo que harán será estar en un trabajo, en cualquiera, para quitarse al Jefe de Sector de arriba, mientras buscan otra salida. Tres, porque las personas en este país que viven solo de su salario –aunque sea un salario de un médico– cuando mejor, malviven. Así que de una manera u otra, todos somos “inventores”(3). Unos a tiempo completo, otros ocasionales, pero todos siempre en el “invento”, eso me dice mi realidad de todos los días.

Pastor también culpa a los desempleados de ser los que suben los precios –¿de las tiendas en divisas también?–, de ser los que caldean el ambiente social, de que son enemigos ideológicos. Es tan superficial la acusación, tan “sacar el rábano por las hojas”; tan “no quiero ver quién es el responsable máximo de esta situación”, que no merece muchos comentarios, a parte del asco que provoca la palabra tan prostituida. Solo decir que el verdadero peligro ideológico es la falta de motivación para trabajar, y que se agravará si se intenta corregir lo que él denomina como vicios sociales usando la fuerza, que son los efectos que provoca la doble economía en que vive el país.

En verdad cuando terminé de leer el artículo sólo podía pensar en gritarle a la gente del gobierno ¿están locos? ¿acaso no ven que con esta medida el número de jóvenes inmigrantes crecerá? ¿acaso no ven que si un estado usa la fuerza física o psicológica contra su propio pueblo, contra su propia juventud, será este un estado sin futuro? ¿Acaso no es obvio que el remedio será peor que la enfermedad?

Y por otro lado me pregunto, quién gana con una actitud tan cobarde ante la vida. Porque es una cobardía intentar arreglar por la fuerza donde faltó la inteligencia –porque este no es un problema de hoy, esto viene arrastrándose desde los 90. Y la respuesta es invariable: los inmovilistas. Que viven muy bien como están las cosas, y no quieren que cambie, pésele a quien le pese, suceda lo que suceda. Porque es demasiado evidente que los jóvenes solo se quedarán en este país si tienen opciones de progresar económicamente, si tienen esperanzas de hacer cosas por su vida y por su país; no hay otra manera.

Necesitamos esperanzas fundadas en hechos actuales y no coacciones, no hay otra forma de hacer que está sociedad camine hacia el futuro. Para que la sociedad se sienta dueña del proyecto social, para que construyamos el socialismo como va.

Epilogo
Sé que es muy difícil pasar de una sociedad con una economía ficticia a una economía de verdad. Porque llevamos tanto tiempo viviendo de esta manera que es necesario un periodo de tiempo, y muchos hechos, antes de que la gente de este país empiece a aceptar –mentalmente– que es otra la forma de vivir y de hacer. Y hasta ahora me parece que es por ahí por donde van los tiros del gobierno de Raúl. Pero hay que tirarle a los culpables, a los que inmovilizan el país (4). Hay que tirarle a las causas, no a los efectos. Cierto, hay que enderezar este país, pero hay que dotarlo también de leyes y de beneficios que estimulen la producción cooperativa, la producción socialista, la actitud socialmente útil. De otra forma seguiremos arando en el mar, y culpando a otros de nuestros propios fracasos.

Y por cierto cuando alguien te diga que las leyes contra la vagancia no son para ti, como las otras leyes que tanto nos prohíben las cosas más normales –como decidir quién se monta en nuestro carro, o quién vive en nuestra casa– Pregúntate si es socialista que existan leyes para unos y no para otros. Porque evidentemente justo no es, y si no es justa una ley, no es socialista.

Carlos Ignacio Pino

13 de enero de 2009, Centro Habana, Ciudad Habana

Notas:

(1) Eso para no hablar de casos específicos como las madres solteras o los neurocirujanos; una porque nunca podría y otro porque pensar que alguien que estudió tanto tiempo tenga que ponerse a construir con sus manos, es una idea bien maquiavélica –o unánimemente tonta.

(2) Este país tiene un atraso constructivo de más de 40 años, según cálculos del oscuro Instituto Nacional de la Vivienda, esto antes del Ike y del Gustav. O sea al ritmo que construyen, dentro de cuarenta años estarán cubiertas todas las necesidades habitacionales de hoy en día.

(3) A los extranjeros y a los otros “extranjeros” (quiero decir a los oficialistas, porque ellos parecen que tampoco viven en Cuba) si necesitan alguna aclaración sobre este tema, lo mejor es que se den una vuelta por cualquier barrio popular y pregunten, para que saquen sus propias cuenta de los alimentos que subsidia el gobierno, que no alcanza para más de 15 días y luego hay que ir a “morir” al mercado agropecuario o a las tiendas en divisas.

(4) Aunque pueda parecer que estoy aconsejando el suicidio, porque hay mucho inmovilista en su propio Gobierno, pero si no se hace lo que debe hacerse, y se retira a quienes se debe, aunque alguno no llegué a la edad legal para esto, todo lo ganado con la revolución se volverá nada.