Jorge Arrate habla de la crisis del PS, de la candidatura de la Izquierda y de las primarias
escrito por Leopoldo Lavín Mujica
martes, 18 de noviembre de 2008
Es un gusto entrevistarlo nuevamente, Jorge. De a poco, el panorama tiende a aclararse con vistas a las presidenciales y parlamentarias de 2009. Como telón de fondo tenemos el inicio de una de esas crisis económicas que según Marx marcaban las limitaciones del capitalismo y ya que va acompañada de una crisis social y ecológica, estaremos frente a una verdadera Crisis de Civilización.
Por eso mismo, la importancia del momento. Además, usted es un político de experiencia, un observador agudo de la realidad nacional y un buen candidato.
Leopoldo Lavín: ¿Participará o no en la próxima presidencial?
Jorge Arrate: Espero que sí, pero no depende sólo de mí.
LL: Entonces, ¿continuará bregando por ser candidato?
J.A: Lo seré si contribuyo a construir un vector de fuerza para ese proyecto y un protagonista colectivo que lo postule. Puede que otra persona logre unir más fuerzas que yo o puede que nadie logre generar un nuevo referente político y social que movilice a los que quieren otro modo de vivir y que nos fraccionemos en varios grupos y candidaturas. Los dos últimos meses del año serán vertiginosos.
LL: Pero, ¿está dispuesto a seguir hasta el fin?
J.A. Nunca he pensado en ser candidato para negociar cargos de ningún tipo o privilegios personales. Por otra parte, es absurdo imaginar que pretendo tejer una “carrera política” … Mi actividad pública está, en su mayor parte, ya escrita. Mi afán es luchar seriamente por un proyecto colectivo con impacto inmediato pero que madurará en tiempos que ahora no podemos determinar.
L.L: Y que son…
J.A: Las señaladas: tejer nuevos entendimientos de izquierda, más amplios y comprensivos, con base histórica y con espacio para los nuevos grupos y miradas, y sumar fuerza progresista. No hablo sólo de socialistas y comunistas y de Surda, G-80 y Movimiento Nueva Izquierda y otros grupos que integran o no el Juntos Podemos Más, o Izquierda Cristiana y Partido Humanista, si es posible, sino también de muchos concertacionistas, de parte del pueblo que votó NO el 88 y luego lo ha hecho por los radicales, el PPD o la DC. O sea, un nuevo referente popular y democrático, con todos los componentes del progresismo.
Estoy disponible, con entusiasmo, para eso. Para participar en competencias fraticidas entre pequenos fragmentos no estaré disponible. Entiendo que la izquierda es un universo complejo y que nunca ha estado cien por ciento unida. Hablo de la gran mayoría, de sus instituciones y corrientes más representativas.
L.L: ¿Cuáles serían sus próximos pasos después de la postergación de la Convención del PS y qué significado tiene esta medida?
J.A: La postergación, sin fecha, de la Convención socialista es el resultado de un manejo equivocado de la cuestión presidencial por parte de la dirección superior del Partido. No quisiera abundar más en la materia. Se lo dije personalmente al Presidente del PS en nuestra última entrevista que fue muy cordial pero con puntos de vista contrapuestos. Más bien quisiera reflexionar sobre lo que viene.
Dos ideas. La primera: el Partido Socialista está en riesgo. Efectivamente, la embestida en curso tiene por objeto no sólo levantar una candidatura presidencial sino también liquidar al Partido Socialista. Es un proyecto viejo: la fusión PPD-PS, si es posible también el PR, para formar un partido centrista progresista, sin olor a la izquierda allendista. Lagos, Schilling y otros han tenido siempre este proyecto, desde que junto a Clodomiro Almeyda tomamos la decisión de inscribir legalmente al PS una vez levantada su "inconstitucionalidad". La idea surgió y resurgió en los años siguientes con timidez o con ostentación. El último evento de esta cadena ha sido la afirmación reciente del Secretario General del PS en el sentido que no habría ya diferencias sustanciales entre los partidos de la Concertación y que lo lógico sería formar un solo partido.
No enarbolo una idea religiosa de los partidos. Son entes históricos. Pero tengo la convicción que el Partido Socialista, con todos sus defectos, constituye todavía una pieza valiosa para reconstituir fuerza y cultura de izquierda en Chile. Por eso la estrategia del centro progresista es exterminarlo.
La segunda: a estas alturas es impensable una elección presidencial sin una candidatura de izquierda potente. Habrá que ver qué define la Concertación oficial como primarias. Me temo que serán una trampa para subsumir voces de izquierda y volverlas invisibles, inaudibles, inexistentes. Es la misma línea de la prensa escrita controlada y pauteada por la derecha. Si es como sospecho, no hay que pisar el palito...
L.L: Pero el PS insiste en la idea de un candidato único de la Concertación…
J.A: El candidato único en primera vuelta es una estrategia para impedir que emerjan nuevas opciones. El PS no puede jugar ese juego! La derecha, en complicidad con gente de la Concertación, pretende elegir su abanderado, digitar el de la Concertación y --- pienso de repente ---, hasta “orientar” a la izquierda para elegir el suyo. El bloqueo informativo aplicado a mi candidatura tiene por objeto evitar que en Chile se termine de construir e instalar una izquierda que sea tal y que supere los niveles de la protesta o la denuncia.
L.L: Es sintomático que en un contexto político de apatía de una gran mayoría de chilenos con respecto a la participación electoral y de eso que los expertos llaman “crisis de la representación”, Ricardo Lagos, con la actitud autocrática que se le conoce, vaya a contrapelo del espíritu democrático y pida facultades plenipotenciarias en su Carta para nombrar parlamentarios, y exija disciplina y obediencia de las corrientes socialistas y PPD.
Ahora bien, el documento Decálogo para el Futuro, firmado por Carlos Ominami, Tucapel Jiménez, Marcel Claude, Sergio Aguiló, Pablo Lorenzini y otros, es un documento del “ala de izquierda” de la Concertación. Es una evidencia que Ricardo Lagos está a años luces de esas posiciones y su carta genera un rechazo en importantes sectores de ciudadanos, porque es lo contrario de una actitud democrática. Ella indica que una vez en el poder las hermosas tareas esbozadas en el documento de los “progresistas” serán letra muerta y sólo contará la voluntad del Zar y su corte.
Entonces: ¿cómo es posible que las fuerzas socialistas como esta última, usted mismo y las que representa el Senador Navarro no planteen ya primarias llamando a la izquierda extraconcertación a participar en ellas, y si Lagos quiere venir, que venga?
J.A: No se equivoque Leopoldo. El Decálogo para el Futuro es un documento elaborado transversalmente y no del ala izquierda de la Concertación. Lorenzini nunca ha sido ni será de izquierda. Tucapel Jiménez está cercano a Frei y Ominami a Lagos. El documento revela la necesidad de contenidos. La política está plagada de liderazgos mediáticos, capitales publicitarios, farándula. Entonces, es positivo que existan ideas para debatir, más allá si a un o le gustan cien por ciento o no. Por ejemplo, nuestro documento “A 20 años del NO” las tiene y el Decálogo también.
Por otra parte, después de las elecciones municipales todos concuerdan en que se requieren los votos de la izquierda excluida y de jóvenes no inscritos. Por razones de principio y no simplemente electorales lo hemos venido subrayando con perseverancia. El Décalogo recoge esa concordancia y le permite a quienes adhieran darse un tono progresista que hoy es electoralmente necesario. Frei fue el primero en recibir el Decálogo y Gómez ya lo ha hecho suyo. Ud. se sorprenderá, Leopoldo. Ya verá.
Tengo otra mirada sobre el próximo tiempo. Ni los parlamentarios del decálogo, ni Navarro ni yo, ni nadie, podemos configurarnos en una suerte de “fundadores” de una nueva izquierda. Hay partidos y agrupaciones que han resistido diecisiete años de dictadura y dieciocho de exclusión. No sólo tengo con ellos coincidencias, no sólo comparto su aspiración de no ser excluidos, sino que también los respeto. Me importa mucho lo que ellos digan, ellos y los jóvenes que están fuera.
Como dijera Allende, no me siento un “redentor social”. No me creo mesías, salvador de Chile o líder carismático que arrasará con instituciones políticas y el capital histórico de la izquierda. Soy un hombre que se formó en proyectos colectivos, no en apuestas individuales. A lo mejor suena raro en el mundo neoliberalizado, pero así es. Tengo una disposición, un deseo, la certeza de la fuerza del proyecto que hemos promovido, pero que eso se concrete no depende exclusivamente de mí.
Entiendo el sentido de urgencia de su pregunta. Lo comparto. Pero no está en mis manos avanzar más rápido.
L.L: Pero están esos tiempos políticos en los que hay que intervenir ya, puesto que la derecha pesca a río revuelto. Además, hay un clima de insatisfacción social, pero con un lado optimista, ya que se celebran victorias de la izquierda universitaria. Además, hay movimientos huelguísticos por justas demandas de los trabajadores en el presente y en el horizonte inmediato de una recesión que será larga y dura para las mayorías.
¿No le parece que para acumular fuerzas contra la derecha y lograr los cambios que Chile necesita, es imperativo vincularse a las movilizaciones sociales (de trabajadores, estudiantes, ecologistas, mujeres e incluso construirlos) al mismo tiempo que plantear una propuesta unificadora y democrática, como la de Asamblea Constituyente. Todo esto con el propósito de iniciar un proceso de ruptura democrática y construir un país solidario con una nueva Constitución plebiscitada que garantice derechos colectivos y un Estado social … ¿No es acaso la única manera de romper con la inercia política, la despolitización, la apatía de los jóvenes y prepararse para la crisis de civilización que comienza a vivir la humanidad actual ... No fue lo que sucedió con Obama, sin movimiento que lo sostuviera, el carisma no le hubiera servido mucho para arrasar con Bush, McCain y los Republicanos?
J.A: Estoy muy de acuerdo con su planteamiento. La cuestión presidencial es una línea de trabajo, otra es la parlamentaria para terminar con la exclusión aunque sea nada más que haciendo un forado al muro que se ha construido. La campaña de 2009 es una gran ocasión para hacer de las elecciones un momento de síntesis: construir una presencia insoslayable de la izquierda en Chile, enfrentar organizadamente la crisis y construir organización social. La fuerza política no servirá de mucho si no la acompañamos de fuerza social. Por eso propongo una campaña al viejo estilo, larga y trabajada, “fundadora” de fuerza social, de pequeñas o grandes organizaciones que permanezcan en la base social cuando el perfume de las elecciones se extinga y quede siempre allí el de la lucha de todos los días por una sociedad justa. No tenemos dinero, pero tenemos voluntad y podemos tener nueva mística. Para que sea exitosa necesita tiempo. No se hace una campaña como esa en tres meses…
Ud. tiene razón. El tiempo apremia. Pero no sé si será posible conciliar todos los ritmos y todos los tiempos.
L.L: Jorge, es evidente que el Senador Alejandro Navarro, con sus planteamientos de ruptura y antineoliberales, ha separado aguas con la Concertación y comienza a acumular las simpatías de la franja de izquierda cansada de tanta indecisión ... Hay una cierta urgencia, son los momentos de una pedagogía democrática para construir ese movimiento. Además, Piñera no debe ganar.
J.A.: No estoy en carrera para ver quién se va primero de la Concertación o del Partido Socialista. Probablemente la dirección del PS se sentiría mejor si yo me voy ahora. Por algo arrinconó a Navarro.
Participo en la competencia por quien atrae más ciudadanos, y más socialistas, a un proyecto popular amplio y democrático. No es una carrera contra reloj, es una competencia por objetivos. Corresponde explicitar las urgencias pero no caer en impaciencias. Hay que tener el manubrio firme y no dejarse llevar.
Sí, la derecha no debe ganar. Yo propongo una fórmula realista para que avance el movimiento popular, tenga flexibilidad aliancista y derrotemos a la derecha.
L.L: Pese al cerco mediático en su contra, ¿no habría que levantar su candidatura y trabajar en ese sentido, por unas primarias de la izquierda?
J.A: Las primarias son un buen sistema si se preserva su espíritu. Ese espíritu es participación amplia, democracia, debate, unidad. Si prevalece, estoy disponible para participar en primarias para elegir un candidato de un nuevo referente popular y democrático.
Por eso la primaria requiere: uno, financiamiento centralizado y transparente que evite que el peso del dinero determine el resultado. Aquello que denunciamos en las elecciones nacionales no puede aceptarse en primarias nuestras. Dos, una competencia leal. Creo que debiera existir un tribunal de honor o algo así, Leopoldo, que dirima diferencias y que regule la discusión. Tres, foros abiertos en a lo menos las capitales regionales y un par de foros televisivos que pueden contratarse.
La cuestión es que las primarias llevan tiempo y representan costos. Uno puede proponer muchas cosas pero si no dice cómo se hacen termina en demagogia. Propongo que en conjunto veamos si lo que señalo es posible.
L.L: Entiendo que se refiere a primarias de la izquierda, ¿y qué pasa con las de la Concertación?
J.A: Miro a las fuerzas democráticas y populares como un conjunto. He dicho que la Concertación está agotada. El Juntos Podemos ha hecho grandes esfuerzos pero tiene límites que hay que superar. Yo no podría ser el candidato de la Concertación oficial, de la actual Concertación. Nunca he aspirado a eso y estoy seguro que esa Concertación no me ve con buenos ojos como su candidato…
En el cuadro actual he llegado a la conclusión que deben haber dos candidatos en primera vuelta, con un acuerdo parlamentario que termine la exclusión y bases de un entendimiento para la segunda.
Un candidato de centro (Frei, Lagos u otro) y uno de izquierda. Quisiera ser el candidato de esa izquierda, capaz de reunir a los menos a los partidos y grupos no parlamentarios y a los socialistas. ¿Al Partido Socialista? Sí, eso quisiera: nunca abandonaré la esperanza que los socialistas reflexionen y que las directivas decidan de una vez interpretar restablecer nuestra identidad y considerar el sentimiento de los votantes y afiliados que no participan. Ojalá. En todo caso, creo que muchos socialistas ya se identifican con esta idea y la van a apoyar, ya sea que estén activos o no. Y también radicales, PPD y democristianos.
L.L Pero … va a ser muy difícil convencer a una buena franja ciudadana que los ex, Lagos y Frei, hagan lo que no hicieron, que no sean ‘más de lo mismo’. Por lo tanto votar por ellos en segunda vuelta contra Piñera se presenta ya como un contrasentido, producto de las falencias de esta izquierda que ha progresado tan lento en su recomposición. Contradicción presente de manera indigesta en el documento de Ominami, Aguiló y los otros ...
J.A: Una precisión: Sergio Aguiló ha tenido una línea de conducta impecable. Fue el único diputado que votó en contra del tratado de libre comercio con Estados Unidos y, con razón o no, tuvo el coraje suficiente para hacerlo. Y lanzó hace ya siete años el manifiesto "Chile entre dos derechas". Los otros firmantes del decálogo y otros rebeldes de hoy fueron entonces siempre muy disciplinados... Yo no tenía las libertades de un parlamentario porque era parte del gobierno y debí expresar mis opiniones sólo en el ámbito interno, pero permanecí allí y en ese sentido también fui disciplinado... En mi larga vida política hice algunas cosas bien pero otras las pude haber hecho mejor.
Sobre el fondo: creo que los grandes objetivos de esta fase son romper la exclusión, reconstruir un actor de izquierda decisivo que hoy no existe como tal y establecer un eje más progresista para el debate nacional. Pienso que es viable hacerlo del modo que le he señalado. No es descartable una muy buena primera vuelta para la izquierda y por tanto una batalla en la segunda. Es difícil, pero no es imposible.
Ahora, para mi la derecha pinochetista-gran capital-poderes fácticos sigue siendo peor que las opciones más centristas, moderadas o comprometidas de la Concertación, que son un “mal menor”, aunque no nos guste. Sin embargo, hay dos calificaciones: uno, si la Concertación no habilita la ruptura del esquema de exclusión política encontrará mucha gente que no acepte la idea del “mal menor” una vez más. Dos, si la izquierda emerge como actor político importante y como una fuerza social de peso, luego de la campana y en medio de la crisis, no será posible a los moderados de la Concertación hacer "más de lo mismo". El cambio puede ser decisivo, en la medida que una tercera fuerza, no sólo la derecha y el centro, ocupe su espacio en el tablero político. No me refiero, por supuesto, a una alianza de gobierno sino a un lugar central en la sociedad y en las instituciones originadas en el voto popular y en la base social.
L.L: La crisis es grave; afectará a la inmensa mayoría ciudadana, pero sobre todo a los trabajadores y pensionados.
J.A: Hay que politizarla en el mejor sentido.
L.L: Y los jóvenes chilenos y la apatía creciente; el caso Obama muestra que ellos están detrás de todo ímpetu de cambio?
J.A: La gran mayoría no están inscritos y rechazan la política y las elecciones. Debemos convocarlos y lograr que un segmento se incorpore a nuestro proyecto. Creo inútiles los llamados propagandísticos a inscribirse. Soy partidario de invitarlos, inscritos o no inscritos, a participar en una campaña de construcción de fuerza social y política. Recabarren “fundaba” algo en los lugares donde llegaba. Un diario, un sindicato, una seccional, una célula, un núcleo, una filarmónica, un centro cutural… En fin. Eso debemos hacer como campaña e invitar a los jóvenes a participar, sin presiones, simplemente a participar. Cada uno de ellos decidirá si nos acompaña al acto electoral o no. Si lo hace esta vez o la próxima… Construyamos con un horizonte a la vista, con un horizonte que no sea la punta de la nariz…
L.L: ¿Incluye en esa mayoría a la cual usted se refiere a los movimientos sociales, a los autoexcluidos…?
J.A: Por supuesto, como pilares fundamentales. Pero me inquieta la idea de construir una ¨nueva izquierda¨”, más social, menos partidista, contra la izquierda histórica. Se trata de sumar en el reconocimiento de diferencias y tradiciones. La cuestión es cómo generar una síntesis dinámica, un entendimiento vivo que vaya superándose a sí mismo en cada momento. No me parece adecuado execrar a los viejos partidos y pensar que hay que refundar todo. Para algunos puede sonar bonito, pero sería desastroso.
L.L: ¿Cómo visualiza el impacto de la crisis mundial en Chile?
J.A: Hay varias crisis: la alimentaria, la energética, la financiera. Creo que el impacto en Chile será fuerte y será el próximo año, particularmente. Es preciso politizar la crisis, es decir, descubrir a la ciudadanía sus orígenes y su sentido. Descubrir sus causas y sus rostros. Defender a los que están más indefensos. Procurar soluciones que los favorezcan. Organizarlos, organizarlos, organizarlos. Una campana presidencial debe ser hecha con ese sentido. La desprestigiada política nos ofrece una oportunidad: las elecciones… Tomémoslas como un terreno de lucha y organización.
Por otra parte, Hosbawm ha hecho un símil entre la caida del muro en 1989 y esta crisis que sería al capitalismo lo que el muro fue al comunismo. Más allá de la validez o no de la comparación, se ha abierto un espacio notable para reavivar la lucha de ideas, reponer las ideas socialistas, mostrar las severas limitaciones éticas y prácticas del mercado como institución rectora de la sociedad. Se trata de una nueva etapa de lucha cultural que no podemos dejar pasar.
L.L: ¿La declaración del grupo de firmantes recordando el significado del No es un programa que habría que retomar?
J.A: Sí, ese documento es muy importante, por sus suscriptores y sus contenidos. Se puede y debe construir sobre esa base. Es un punteo programático básico. Necesitamos un programa mínimo y una candidatura que se comprometa a realizarlo. No soy partidario de nuevos testimonios o de candidaturas destinadas a la pura agitación. Necesitamos proyectar un gobierno, serio, comprometido con sus objetivos, con equipos sólidos.
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