Chile. Compañero Carlos Liberona: ¡Hasta la victoria siempre!
En Santiago de Chile, se nos ha ido un amigo, mi compañero Carlos Liberona, el Claudio, militante revolucionario...Carlos D. Perez (Uruguay) / Edmundo Lebrecht (Alemania) | Piensa Chile | 13-6-2009 |
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En Santiago de Chile, se nos ha ido un amigo, mi compañero Carlos Liberona, el Claudio, militante revolucionario...
Me lo han informado hoy, exactamente en momentos en que me encuentro trabajando en Alemania, en cuyas calles compartimos el exilio como parte de una etapa en nuestro largo caminar conjunto desde que nos integramos a los más altos grados de nuestra conciencia, como miembros del gran colectivo del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR de Chile.
Vivimos el alud social de un pueblo esperanzado del período pre-revolucionario, participamos en la lucha clandestina, resistimos en las cárceles y nos conocimos en el exilio mirista. Desde entonces, forjamos nuestra amistad inspirada siempre en la fraterna discusión, en los trabajos orgánicos en que fuimos elegidos por las bases.
La vida militante y la empatía personal, nos llevó a un permanente actuar político conjunto. Puedo decir, que nos conocimos profundamente. En el plano personal compartíamos nuestro dolor por el alejamiento forzado de nuestros seres más queridos, obligados por las opciones de los compromisos con nuestra organización y por la emancipación de nuestro pueblo. Sentimientos que intuitivamente compensábamos en la relación fraternal con nuestros(as) camaradas.
Carlos era un ser superior. Era un líder sin querer serlo, sin ambicionar serlo. Si quisiera definirlo, diría sin titubear que Carlos era un constructor. Construía fuerza orgánica, construía fuerza social exactamente adecuada a lo que su pensamiento le inspiraba. En esto fue incansable. Lo ví así, en momentos en que se decía que en Chile no pasaba nada. Cuando el repliegue social era profundo y el paso del pinochetismo a la democracia amenazada, había descolocado políticamente a los partidos de izquierda, él ya recuperaba y construía fuerza social y política con jóvenes de la última etapa de la resistencia antidictatorial.
Hay que decirlo, a propósito de jóvenes, donde cifró siempre las esperanzas constructoras, que Carlos fue el de la idea de organizar a los jóvenes en lo que después sería la Juventud Rebelde Miguel Enríquez. Lo hizo pensando primero en los jóvenes hijos de miristas en el exilio y desde allí la organización de jóvenes revolucionarios se multiplicó hacia Chile siendo un importante aporte a la regeneración de las fuerzas de la Resistencia y al internacionalismo hecho acción y lucha.
Construyó coordinación de fuerza sindical, ecológica, de mapuches exiliados en Santiago, jóvenes de provincia, estudiantes, migrantes y apoyó las luchas sectoriales de cada una de estas fuerzas. Fue gestor y protagonista de la fundación de la Escuela de Teatro de la fenecida Universidad de la República, donde varios de nosotros encontramos una fuente laboral, reconociendo el rol del arte como medio de multiplicación ideológica a través del lenguaje estético.
No es casualidad que Carlos no fuera eso que llaman un "hombre público". Nunca procuró figurar ni hacer aspavientos de su liderazgo tan legitimado por los hechos. Llevaba consigo la modestia, la humildad de sus raíces provincianas y de su familia sencilla asentada en la cultura de lo popular.
No pintó para héroe, siendo siempre fiel representante de la heroicidad del hombre común, del que no abandona su inserción permanente con el resto de los seres comunes que luchan también por forjar la cotidianidad. De ahí era la fuente principal de su sencilla y valiosa sabiduría.
Carlos amigo y compañero: He estado desgarrado de tristeza desde que supe que tu última lucha iba por el camino del desenlace fatal. Durante todos estos días en que sufrí la casualidad de no estar en Chile acompañándote, me llené de recuerdos de todo lo que compartimos. Más que lo político, se me priorizaron en esos recuerdos todos esos episodio de relación humana que tuvimos (si es que se pudieran separar de lo político).
Esa coincidencia de que tuviéramos cumpleaños en la misma fecha y que decidiéramos celebrarnos año a año en conjunto con nuestros camaradas y amigos(as).
¿Te acuerdas? Yo venía del sur. Recordaba esas serias reuniones de La Jefatura Europea, donde me enviabas papelitos disfrazados de escritos políticos y eran poemas de Vallejo. Yo te contestaba con de Rokha.
Te acuerdas cuando nos extraviábamos en las desconocidas urbes europeas. Solías siempre echarme la culpa. Y tu familia grande alemana que te llenó de hijos de los que tratabas de desentrañar las miserias familiares de las que provenían, para darles junto a Ula, el calor de una familia con estabilidad emocional.
!Ah Carlos! Se me están pasando las penas. Acabo de constatar un raro hálito de felicidad. Sí, Compadre, compañero, amigo, hermano, estoy feliz de haberte conocido. Feliz de haber compartido tanto contigo. Feliz de haber aprendido de ti.
Contento de tanto joven, tanto trabajador, tanto mapuche, tanta mujer, tanto intelectual, tantos, a los que le abriste espacio para desplegar sus mentes en acción social y política para construir el futuro por el que luchaste hasta el último suspiro.
Adiós Carlos Liberona y digámonos como aprendimos del Ché: !Hasta la Victoria Siempre!
CARLOS LIBERONA
Carlos D. Perez (Uruguay)Montevideo, 12 de Junio de 2009
Anoche, al regreso de la manifestación frente a la embajada de Perú, me encontré con la noticia que llegaba de Chile: Carlos Liberona había fallecido.
Si bien era algo que podía definirse como previsible, dado su estado de salud, el enfrentar esa realidad te golpea con la misma brutalidad que cuando cae por sorpresa.
Quedé un buen rato petrificado, con trabajo por hacer esperando. La primera reacción fue devolver ese mensaje de aviso, y compartir con l@s Compañer@s que se enteraban de esto al mismo tiempo que yo, lo que venía a mi mente en ese momento. Lo que necesitaba decir, lo que necesitaba recordar. Hace unas pocas semanas enviamos la invitación a una cena solidaria en Santiago, procurando recaudar fondos para enfrentar los gastos de la última etapa de su enfermedad, muy costosa. Hubo respuesta de suscriptores de REDH, que agradezco.
Anoche no pude compartir la noticia. Hoy tampoco. Pero en este momento lo están velando en Villa Grimaldi, ese lugar que fue el infierno, ese infierno que él conoció, y hoy es un parque maravilloso, reconstruido por los sobrevivientes, que transformaron los escombros cobardes que dejó la dictadura: celdas y salas de tortura convertidos en paseos, caminos, donde uno no pierde conciencia de lo que pasó, porque está todo recreado en vida y en colores nuevos. La primera vez que fui a Grimaldi fue con él.
Hoy escribo mientras su familia y compañer@s lo despiden allí, es mi manera de estar allí también. Carlos fue y ‘ES' un amigo y un Compañero entrañable, necesario. Compartimos encuentros donde él provocaba y daba espacio a la discusión, al intercambio de ideas y opinión entre la gente más diversa. Armaba todo con generosidad, sentido y dedicación, y se hacía a un lado para que no se note que eso, se estaba dando tal como él esperaba (y como debía ser), espontáneamente... Creaba el espacio, el clima, y dejaba fluir. Parecía espontáneo y en realidad lo era, su capacidad estaba en crear las condiciones y en qué medida nos conocía a tod@s.
Una manera muy particular (y muy efectiva) de construir dando espacio, sin esquivar la confrontación, pero abriéndola dentro de un clima de acuerdo. Lo que parecía imposible se iba dando, y cuando estaba claro y lo buscabas para hacerle un gesto "al final tenías razón, esto está saliendo bien", te miraba de costado, sonriendo con los ojos, regalándote una mirada cómplice.
Guardo en mi memoria y en mis afectos esos encuentros, y me reservo el orgullo de haberlo visto actuar, de hablar desde el primer día como si nos hubiésemos conocido toda la vida, de haber recibido su palabra confiada, su interés por devolver la solidaridad con creces, sin darse cuenta que quien más daba era él.
Siempre lo rodeaba gente valiosa, y una cantidad de jóvenes que se contagiaban de su manera de organizar las cosas, su cuidado y su responsabilidad. Respeto y veneración a "el viejo', como le decían cuando no estaba (y él lo sabía, y te lo contaba con la misma sonrisa cómplice con que lo voy a recordar siempre).
Carlos ha dejado mucho hecho, y muchas ideas y proyectos. Esos proyectos abiertos pueden no ser los mismos, pero se harán. Su modo de trabajar, de ver las cosas ha sido pasado a toda esa gente. Me consta.
Hijo de madre mapuche, mirista, revolucionario, desaparecido, exiliado, padre de numerosos hijos propios y de la vida y el camino transcurrido junto a Ula, su mujer; constructor de consensos, provocador de todo lo bueno, Compañero y Amigo. Es imposible despedirte habiendo dejado y enseñado tanto. Sólo un hasta la próxima, un Hasta Siempre, Agradecido Carlos II *
*Cuando los intercambios de mensajes se iban multiplicando, y ya no distinguíamos si tal cosa la había escrito él o yo, él se identificaba como Carlos I y yo le respondía como Carlos II. Una forma algo monárquica, pero efectiva para no perder el hilo...
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